EPÍSTOLA A UN DISCÍPULO ESTRESADO

Roberto, ungido con las gracias recibidas de Talía y Melpómene, a sus discípulos al borde del colapso emocional:

Recibo día a día desesperados llamados de auxilio de mis jóvenes discípulos que ingresan al caótico mundo de la dirección teatral, debido a las tensiones propias de un montaje que parte desde la concepción misma del espectáculo, incluyendo, escoger o escribir la obra a presentar, hasta el momento de la apertura del telón.
Muchos de ustedes se desesperan por la dificultad de conseguir textos aceptables que no sean los clásicos –y tan vistos como una puesta de sol- de Moliere, Sófocles, Shakespeare, etc. y dudan en preparar sus propios libretos.
Sé que es difícil pero no imposible y si –después de leer mis indicaciones sobre dramaturgia que les he dado- no son capaces de escribir ni siquiera un miserable sketch de cinco minutos, entonces tendrán que recurrir a los ya escritos y proceder a la adaptación respectiva –que también ya saben como se hace- aunque les parezca que están descifrando jeroglíficos maya.
Pero sé que el estrés no viene sólo de ahí, viene también de todo lo relacionado con la puesta en escena, porque vuestra juventud no les ha dado aun el caparazón necesario para hacer que les rebote cuanta estupidez humana les rodea y puedan trabajar tranquilos.
Y la tensión y el estrés parten desde escoger a los “actores” con los cuales tendrán que lidiar.
Con el elenco, es conocido el problema, primero te dicen que sí, a sabiendas del horario y luego te dicen que no ¡por el horario!, es la disculpa más común, lo que pasa es que no les cuaja la disciplina, lo que revela que mucha vocación teatral no hay. Eso les va a dar la pauta también de cómo ir seleccionando a la gente y al final quedarse con cinco o seis fieles seguidores, porque los demás sólo vinieron al grupo “a sacar un plancito”.
Y con esa tensión y estrés vivirán por el resto de sus días, como yo lo hago.
Amarán esa tensión, esa adrenalina que surge de ver como cuatro engreídos no son capaces de aprenderse un texto y si se lo saben de memoria, no la achuntan a la hora de decirlo y te lo lanzan de paporreta, poniéndote el hígado de chalina y haciéndote gritar como un histérico porque no son capaces de entender lo que tú quieres que hagan (y bien) porque se creen los grandes actores y se dan el lujo de plantarte a medio ensayo, y te dicen tirano e hijo de tu madre mientras te botan el libreto al suelo y tú juras que nunca más los vas a llamar porque se equivocaron de carrera y que mejor vendan turrón arequipeño en los microbuses.
Amarán esa tensión, esa adrenalina que surge cuando un tarado que puede manejar una consola de 24 switches, no es capaz de colocar un tacho en al ángulo adecuado para que la luz le enfoque la cara al personaje principal y no el poto de la primera actriz que está volteada a tercer plano izquierda, y tú tienes que coger una escalera de cuarenta peldaños y treparte a la parrilla, como el hombre araña, para mover el reflector de marras.
Amarán esa tensión, esa adrenalina que surge, cuando el vestuarista se “luce” con modelos atrevidos, pero totalmente ajenos a la época en que se desarrolla la obra y hace de los siglos un arroz con mango tal que a los personajes del siglo XIX los viste con trapos del siglo XVII y en raso para abaratar costos, y en lugar de botines, les encaja unos comunes zapatos “Bata” con suela y taco de jebe tipo tractor, porque “hay que darle comodidad al actor para que haga bien su papel”.
Amarán esa tensión, esa adrenalina que surge, cuando el encargado del sonido te dice que ha escogido la música para dar “carácter” a la escena, pero está tan desubicado que en la escena más dramática te enchufa una de Wisin y Yandel pero “para no hacer roche” sólo la música. Es que como hay que estar acorde con los tiempos…
Amarán esa tensión, esa adrenalina que te mantiene vivo durante seis o siete semanas de ensayos para que al final la gente aplauda a los actores y diga: ¡Qué bien actuó fulanito! o ¡Menganita estuvo justa y adecuada al personaje!

¿Y el director?

Se la llevó de a huevo sentándose durante seis o siete semanas viendo como ensayaban sus actores que son quienes verdaderamente dan la cara y hacen de la obra un éxito, mientras él cabecea con el libreto entre las manos, porque el asistente de dirección es el que se la chupa toda, ignorando que fue el director quien planificó el montaje, ideó las marcaciones de movimientos, armonizó los tonos de voz y las intenciones, especificó que tipo de luz y sonido debía llevar la obra, y cómo se vestirían los personajes, nada más.
Pero a las finales terminarán casándose con el teatro y mandando al cuerno a quien les diga que son unos tontos por llevar esa pasión.
Por que en verdad son unos tontos.
¿Si los demás trabajan sólo ocho horas y semana inglesa de cinco días, porqué el director trabaja veinte horas los siete días de la semana?
Porque tiene que ver TODO lo que se necesita para que los demás se olviden de sus problemas mientras se rompe el lomo para que ellos se diviertan.
Y se acostumbrarán y les gustará esa vida, y se sentirán pésimo cuando no tengan funciones que hacer o cuando no encuentren la obra que les satisfaga.
Pero ¡que caray! que lindo es el teatro.







OPCIONES LABORALES

Una preocupación constante de quienes sienten en su interior la llamada de la actuación, es la de haber escogido bien la carrera y saber que va a poder vivir de ella. La mayoría de personas argumenta que pensar en vivir del teatro es una ilusión, que se puede tomar como hobby, pero no como medio de vida.
Podríamos decir lo mismo de un abogado o de un médico. El abogado puede pasarse meses sin que le llegue un caso penal (que es lo que le fascina) y no atender divorcios, porque "no tienen interés, son comunes" o nuestro médico igual, busca una plaza en una gran clínica donde le pagarán en dólares, pero no cree importante abrir un consultorio cobrando una módica suma y teniendo tantos pacientes que tengan que hacer cola.
Lo mismo pasa con muchos jóvenes, se plantean una posibilidad utópica: "Mi meta es llegar a Hollywood", y cuando con las justas hacen un par de obritas, se frustran.
El maestro Ernesto Ráez, ha hecho un estudio de las posibilidades laborales del egresado de una escuela de actuación y como me ha parecido tan certero -y lo bueno hay que divulgarlo- lo transcribo en este blog para que quienes me favorecen con su lectura, aprovechen éstas observaciones:

"En los últimos años se ha incrementado y diversificado la oferta laboral para los profesionales del teatro en nuestro país. A las tradicionales fuentes artísticas en el teatro, radio, televisión y cine, de profesores en la educación inicial, primaria, secundaria y universitaria, y en la conducción de grupos de aficionados se han agregado otros espacios como promoción en los gobiernos locales y empresas, animación en hospitales, fiestas y ceremonias, y servicio en las publicitarias.
El contingente de profesionales del teatro especializado en diversas ramas del arte dramático: productores, dramaturgos, directores artísticos, actores y actrices, escenógrafos, diseñadores de luces, de vestuario, de utilería, músicos y sonidistas pueden ofrecer sus servicios en múltiples actividades. La labor en la dirección de elencos de aficionados ha crecido en los gobiernos locales y en las empresas que brindan este servicio a sus empleados y a los vecinos de toda edad. Los talleres de arte dramático compiten con los de otras artes.
Otra área en auge es el de los grupos profilácticos de la alegría en los hospitales. La animación de fiestas para toda edad, que incluye la novedosa “hora loca”, tiene gran demanda, lo mismo que la participación en ceremonias de toda índole como locutores, modelos, anfitriones.
En el campo publicitario se ha requerido siempre de la presencia de actores y actrices o para el doblaje de voces y, al lado de los ya tradicionales muñecones y Noeles de la Navidad, vemos cada vez más a mimos que hacen estatuas vivientes en las puertas de los establecimientos. Otra dedicación interesante es el de las empresas que preparan a su personal para los corsos, que brindan oportunidad de trabajo creativo a los escenógrafos, los que también pueden ofrecer sus servicios profesionales para el adorno y caracterización de los espacios de escaparates, discotecas y sitios de diversión.
Más de un hombre de teatro se está dedicando a la motivación empresarial o al entrenamiento de personal dentro de las normas de la calidad del servicio, o en técnica de ventas. Pareciera que el entrenamiento en expresión oral logra sus mejores frutos cuando es dictado por un hombre de teatro.
Los simulacros, incluidos los organizados para la Defensa Civil, necesitan de la mano de un director para lograr sus mejores frutos. Quien escribe esta nota, por este camino, llegó a ser asesor de la Alta Dirección del Instituto de Defensa Civil del Perú y profesor de la Asociación Nacional de Bancos y del Banco de Crédito del Perú y otras entidades similares en el campo de la calidad en el Servicio y en el entrenamiento de la fuerza de Ventas. Otro amigo mío colaboró muchos años con la Cruz Roja Internacional en estos aspectos ya que muchas Campañas de Salud y Vacunación se promueven con escenificaciones orientadoras. Hay un Curso de la Cruz Roja internacional sobre los Derechos Humanos que es desarrollado exclusivamente con escenificaciones y, en los últimos años, la Organización Mundial de la Salud ha privilegiado el empleo del teatro en la adquisición y reforzamiento de la resiliencia en los grupos humanos.
Otro rubro es el de Maestro de Ceremonias que antes estaba limitado a los locutores. Y es que la prestancia que un actor o una actriz puede dar a estos eventos es mayor por el dominio de la escena que despliegan. Muchos museos están comenzando a animarse con presencias de actores especialmente caracterizados como personajes históricos superando a los museos de cera que por lo estáticos no tienen la vivacidad que los actores alcanzan.
No niego que la aspiración natural de un joven artista sea el conformar un colectivo creador y mi anterior enumeración no intenta desconocer tan noble aspiración. Pero, es claro que, cuando se cuenta con un amplio abanico de posibilidades, es más fácil posicionarse en el mercado laboral y vivir de la profesión que es a lo que todos aspiramos. En el país, si bien ha disminuido el interés por la formación de grupos permanentes, y se tiende más a las compañías ocasionales, cumplida la primera década del siglo XXI es posible identificar una loable actividad de producción teatral, alentada por especialistas en el rubro, fenómeno que no fue habitual en el pasado. Y es que verdaderamente la forma de ver el teatro en el Perú está cambiando. De ninguna manera estas nuevas visiones disminuyen el compromiso social y la posición contestataria que ha caracterizado el teatro peruano histórico. Pero, esta proliferación de líneas de ocupación refuerza la digna aspiración de poder vivir de la vocación artística teatral".